Me llamo Agustín soy de complexión flaca, y mido apenas 1,52 por lo que me apodan petizo, en el barrio en el secundario así me llaman. Vivo en un departamento con mi madre, Sofía, ella está separada de mi padre, y es un bombón, me da cierta pena llamar de esa forma a mi madre, pero es la verdad, yo reconozco la esbeltez que posee la finura de su rostro, casi angelical, su cabellera castaña lacia, sus bien proporcionados senos, su cintura avispada, y lo mejor su gordo derrier, ella es una mujer que recibe piropos en cualquier lugar, siempre con una sonrisa. Ella labura de enfermera en un hospital, no le conocí novio ni saliente en esos 2 años que ella llevaba separada de mi padre. Era martes y estaba anocheciendo, yo estaba en mi cuarto abrigado con muchas sabanas, tenía fiebre y ese día no había ido al secundario. Mi madre en ese momento ingreso a mi cuarto. Vi desde mi cama, sus preocupados ojos celestes. Petizo, lo que tienes que hacer es venir conmigo al hospital ahora mis
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