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Mi mejor amigo, mi padrastro, comparte a mi madre conmigo

Apenas empezaba todo la locura del Covid hace un año. Llegué como cualquier otro día a trabajar a la fábrica. Nos regresaron a todos a casa. Dios, se sintió tan bien cuando supe que me pagarían mínimo 2 semanas sin ir a trabajar. Eran las 9 de la noche, normalmente entraba a las 7 y salía a las 7 de la mañana. Un turno de 12 horas. Llegué a mi casa, muy silencioso. Mi madre seguramente había llegado ya del gym, no quería despertarla. Subí a mi habitación… y en el proceso, vi una playera de hombre tirada junto a unos zapatos en el pasillo.

La puerta de mi madre estaba abierta y la luz prendida. Pude escuchar voces viniendo de ahí. Mi mente instantáneamente se movió a pensar en que, quizá, alguien del gym la había acompañado a casa y ahora estaban compartiendo cama. Mi pene durísimo, pensar en mi madre siempre me hacía sentir excitado… 7 años soltera, una mujer con un cuerpo tan hermoso. Era lógico que tenía sexo, debía tener sexo seguido, pero nunca pensé que lo hiciera en la casa. Tenía que verla, tenía que ver esa diminuta cintura, ese tonificado abdomen, su culo enorme y sus hermosas tetas. Parecía que mi pene iba a romper la mezclilla de mi pantalón y de sólo pensarlo sentí cómo el líquido preseminal cubría mi glande.

Me asomé al interior y la vi. Sus piernas abiertas, ella tocando sus hinchados y rojos labios vaginales. Vi sus ojos grandes y hermosos ojos verdes mirando hacia el lado izquierdo de la cama, sus blancas mejillas ruborizadas y sus pezones duros con las areolas coloradas. Me moví un poco más para ver a la persona que estaba observando. Parado junto a la cama, viéndola y masturbando su enorme pene con ambas manos, estaba mi mejor amigo. Caleb estaba completamente desnudo, al igual que ella.

-Dime que hoy es el día -Le dijo Caleb a mi madre, su cuerpo moreno estaba más definido de lo que pensaba. Su abdomen muy marcado mientras le daba jalones a su vergota. Dios qué pene tan grande, pensé en cuanto lo vi. Hoy sé que mide 22 centímetros de largo y tiene un ancho parecido al de una lata. Lo envidé mucho, pero no puedo negar que me excité aún más al saber que era él. Era algo doloroso a la vez que excitante. Mi propio amigo y mi mamá…

Misma edad que yo en aquel entonces. 21 años. Mi madre nos había cuidado mucho a ambos durante nuestra infancia. Ella sabe cómo le gustan sus huevos, las quesadillas, qué ponerle y qué no ponerle a sus sándwiches, qué comida hacer cuando viene a visitarnos. Por la forma en la que nos criamos, con Caleb regularmente en nuestra casa mientras su mamá trabajaba, era como un hermano para mí… y pensaba que como un hijo para mi madre.

-Sabes que no podemos hacer eso, bebé -Mi madre le respondió mientras seguía masturbándose viendo directo al pene de Caleb.

-No es justo -Caleb empezó a apretar sus huevos con fuerza.

-Puedo mamártela si quieres.

-Quiero sentirte, Annie… déjame penetrarte hoy. Llevas muchos añitos sin dejar a un hombre dentro.

Caleb se acercó a la cama y gateó hasta estar encima de mi madre.

-No traes ni condón puesto -Le respondió mi madre, cubriendo su vagina con una mano sin dejar de masturbarse.

Caleb le puso un brazo en el hombro y acercó su pene a la mano que cubría la vagina de mi madre. Empezó a besarle el cuello, bajó después a sus pechos y beso con suavidad una de las firmes y hermosas tetas de mi mami, acercándose poco a poco al pezón. Cuando empezó a mamar pezón, mi madre empezó a gemir como no lo había hecho hasta ese momento. Sus ojos cerrados y la mano desocupada en el cabello negro de Caleb, acariciando su cabeza con cariño.

-¿No crees que ya me lo he ganado, amor? -Preguntó Caleb, dejando el pezón y subiendo a darle un apasionado beso en la boca a mi madre.

Dios… se veían perfectos juntos. Creo que es momento de describirlos a más detalle a ambos.

Mi madre mide 1.65 centímetros de altura. Es de piel blanca y cabello castaño claro un poco por debajo de los hombros. No podría describirla de otra forma que no sea hermosa. Ojos verdes, nariz delgada y respingada, una boca chiquita con labios delgados, pero con una forma muy hermosa, sus orejas son un poco grandes y sobresalen de entre su cabello a veces. Bra 32f naturales, llegué a comprar varios bracieres para ella antes de todo esto. La última vez que la ayudé a medirse tenía 106 de cintura y 62 de cintura. Un culo digno de ser alabado. Un lunar justo en medio de su nalga izquierda. Su cuerpo es atlético, su abdomen está definido y sus piernas también, aunque sus brazos son un poco más flácidos, la verdad.

Caleb mide 1.75 de altura. Su cuerpo es atlético y asiste al mismo gimnasio que mi mamá. En lo que a mí respecto, creo que es un hombre atractivo. Su cuerpo está muy definido, tiene nalgas grandes y una mandíbula bien marcada. De los dos, diría que su cuerpo es el más trabajado, aunque es cierto que yo tengo los hombros más anchos y mi complexión es más musculosa que la de él. Tiene ojos marrones, su piel es morena y tenía el cabello corto en aquel entonces.

Mi madre disfrutó el beso y cuando se separaron sus labios, ella le robó uno más, aunque rápido.

-Mmmm… no podemos…

-Soy un buen hombre -Caleb empezó a hablar en un tono más serio-. Siempre cuidé a José Manuel en la escuela, intentaba ayudarlos a los dos siempre que podía… a él con sus tareas y a ti en la casa. Recuerdo cuando te dejó tu pendejo esposo, Anna. ¿Te acuerdas que lloraste horas y horas conmigo? Me dijiste que ni tu familia quería verte… y José estaba enojado contigo. Y te dormiste llorando a mi lado en ese sillón.

-¿Y crees que eso te da derecho a cogerme o qué? -Mi madre respondió enojada y se arrastró fuera del alcance de Caleb, que se quedó arrodillado en la cama.

-No es eso, Annie… sólo digo que he hecho todo eso porque de verdad me importas… llevas toda mi vida importándome.

Se puso de pie en la cama. Su pene realmente era grande, pude verlo claramente ahora y parecía más grande que cuando sus manos o las piernas de mi madre lo cubrían. Caminó hasta mi mamá y ella, sin responder nada, lo metió en su boca.

-Y me gusta mucho que seamos más cercanos ahora… pero… -se le salió un gemido- quiero que me aceptes de verdad.

La empujó y la hizo caer de espaldas en la cama.

-Te amo, Anna. Amo estar contigo… amo a tu hijo y quiero…

-Yo también, Caleb, yo también… pero no creo poder… no sé, yo te vi crecer.

-Y por eso mismo te amo más de lo que jamás amaré a otra mujer.

Mi madre guardó silencio, simplemente se quedó tirada en la cama, desviando la mirada. Caleb se colocó nuevamente encima de ella y, cuando acercó su pene a los labios, rápidamente ella se cubrió con una mano.

-Cada que cogía con Karolina… pensaba en ti -Karolina era la ex de Caleb-. Pensaba en ti cada vez que me masturbaba conforme iba creciendo. Pensaba en ti cada vez que veía algo romántico, en cómo reaccionarías si yo pudiera hacer algo así por ti.

-Oh, Caleb -Mi mamá le pasó un brazo por encima del cuello- No creo estar lista para esto nunca.

-Déjate llevar. Tú me dijiste que desde que Alex te dejó no habías tenido a un hombre dentro… ¿Para qué buscar en otro lado si puedes tener a alguien que te ama? Déjame hacerte feliz.

Mi madre retiró la mano que cubría su vagina.

-Alex lo tenía chico… así que hazlo lento, por favor -Le dijo a Caleb, desviando la mirada.

De verdad lo iba a dejar hacerlo… No pude ver cómo el pene entraba, pero pude escucharlo. Un grito ahogada y después varios bufidos.

-Tranquila, amor, tranquila, ya vamos por la mitad -Dijo Caleb mientras sus caderas se hundían entre las piernas de mi madre.

-Oh Dios, de verdad estás muy grande… ¿cuándo creciste tanto? -Preguntó mientras empezaban a besarse.

Podía escuchar pequeños lamentos entre beso y beso. Le dolía, la estaba lastimando, pero la forma en la que recorría el cuerpo de Caleb con las manos, los gemidos, los besos y por cómo movía las caderas, supe que mi madre estaba gozando del pene de mi mejor amigo, de alguien a quien consideraba mi hermano. Eyaculé. Ni siquiera toqué mi pene, no lo había sacado de mi pantalón, simplemente sentí cómo la viscosidad, el calor y la humedad se acumulaban en mi ropa interior. Saqué mi pene y, frustrado, furioso, llorando y envidiando a Caleb, empecé a masturbarme con fuerza. Pesadas gotas de mi esperma caían en el suelo. Lo odiaba. Estaba cumpliendo mi sueño. Se suponía que era mi mejor amigo y aun así, se estaba follando a mi madre. Y a pesar de eso, nunca dejé de verlos. Nunca dejé de gozar la forma en la que sus caderas se movían, metiendo y sacando su vergota de los interiores temblorosos de mi madre.

Ella gritaba, gemía, lloraba y se reía, lo besaba, sudaba, se quedaba callada y lo veía, todo en su forma de comportarse denotaba placer y amor hacia Caleb.

-Oh Dios santo -Dijo mi mamá- oh Dios bendito… nunca -las palabras se le cortaban- creo que me voy a venir.

Caleb lo sacó en cuanto dijo eso y, jalándola bruscamente, la obligó a arrodillarse en la cama y, tomándola desde atrás, la penetró sin piedad.

-Así vas a sentirlo más rico.

La tomó de los brazos, se los puso tras la espalda y empezó a moverse más rápido. Parecía que mi madre se estaba volviendo loca. Sus caderas se movían furiosas, como queriéndose alejar de Caleb, pero él siempre la mantenía firme de los brazos, manteniéndola en la misma posición mientras hacía tronar sus nalgas a cada movimiento. El "Clap, clap, clap" era acompañado por un sonido húmedo, sucio. Ambos sudorosos, sus cuerpos reflejando la luz del foco que tan bien iluminaba la habitación.

-¡Ay, ay, ay, no mames, no mames!

Mi madre empezó a gritar y a soltar sus caderas sin dejar de contorsionarse a la vez que su rostro dibujaba una sonrisa y un lamento a la vez. Sus cejas indicaban que le dolía, pero sus labios curvados que le gustaba y, antes de que sus brazos tocaran el colchón cuando Caleb la soltó, pude ver cómo una cascada de corrida caía sobre el forro negro de la cama y ella se arrastraba lejos de Caleb, su pene palpitante mientras ella se colocaba en el otro lado de la cama.

-Oye… qué rico te mueves -Le dijo mi madre Caleb, su vagina aun soltando gruesos chorros de fluidos.

Caleb no dijo nada, pero se acercó rápida y bruscamente e insertó un dedo en la vagina de mi madre y, haciendo suaves movimientos, nada rápidos, alargó aún más el orgasmo que recién le había dado.

-Sácalo, hermosa, dámelo todo.

Mi madre hizo eso. Sus caderas se contraían al son de su mano y más y más chorros salían de su coño, bañando el brazo de Caleb y dejando una cada vez más grande mancha de humedad en la cama.

-Mételo, mételo -Le dijo a Caleb, agarrando su miembro del glande.

Él le hizo caso al instante y de entre los labios y su pene, salían cascadas de corrida. La estaba follando a la vez que la hacía correr.

-Ya casi, Anna. Ya casi me vengo, preciosa.

-No lo saques, hazlo dentro.

-Oh, mi amor -Caleb la beso y la rodeó con los brazos. Ahora ella soportaba el peso de ambos y sus cuerpos estaban más juntos que nunca. Pude ver las piernas abiertas de mi madre, su vagina recibiendo el ancho y venoso monstruo de Caleb y cómo éste se movía arriba y abajo, haciéndola gritar a cada embestida hasta que, inevitablemente, ambos dejaron de moverse y él, con su pene tan dentro de ella que sus testículos tapaban mi visión de su vagina, empezó a eyacular dentro.

Los huevos se le contrajeron mucho y, después de estar un rato así, se le quitó de encima a mi madre y, con su verga aún semi erecta, la jaló y la puso encima de él. Podía ver el ano de mi mamá, rojito, chiquito, hermoso… y cómo gruesos hilos de esperma de deslizaban fuera de su vagina mientras masturbaba con rapidez el pene palpitante con una mano, su prepucio cubriendo parcialmente el casi morado glande a cada jalón. No dijeron nada. Beso, caricia, jalón y chupón, eso fue lo único que hicieron durante uno o dos minutos en los que Caleb volvió a eyacular antes de perder la rigidez en su pene.

-Perdón – Se disculpó, intentando recuperar la erección apretando la base de su pene.

-¿Por qué perdón? -Mi madre apoyó ambas manos y la cabeza en su pecho, una hermosa sonrisa en su cara-. Ese ha sido el mejor sexo que he tenido en mi vida.

-¿De verdad?

-Te lo juro.

Se besaron durante un par de minutos. Su respiración acelerada.

-Creciste mucho -Le dijo mi mamá a Caleb, sosteniendo su flácido pene y haciéndolo "bailar".

-¿Te gusta que haya crecido? -Preguntó dándole un fuerte pellizco en un pezón.

Ella respondió retorciéndole las bolas. Ambos rieron.

-¿Puedo quedarme a dormir? -Preguntó Caleb.

Ella lo volteó a ver, le acarició la cara y tomó el celular de la mesita de noche.

-Voy a poner la alarma a las 6:30, para que nos dé tiempo de desayunar antes de que te vayas.

-¿A qué horas sale José Manuel de la fábrica?

-No hablemos de mi hijo… pero a las 7.

Caleb la nalgueó mientras ella configuraba la alarma.

-Nuestro hijo… o mi hijastro.

Ella le dio una fuerte palmada en la verga y después otra en el pecho.

-No me estés toreando, Caleb…

Parecía que le había hecho enojar de verdad.

-Mira a quién despertaste.

El pene de Caleb empezaba a palpitar… iba a ponerse duro otra vez. El suelo y la pared frente a mí estaban bañadas en las corridas más grandes que había soltado en toda mi vida. Mi pene dolía… y ellos iban a hacerlo otra vez. Mi madre dejó el celular en la mesita otra vez y esta vez, ella montó a Caleb. Los vi tener sexo otra hora y media hasta las 11… Vi cómo una y otra vez ella lo cubría con fluidos, cómo de su vagina se escapaban las corridas con las que Caleb la llenaba. Una y otra vez ese pene monstruoso se ponía flácido sólo para recuperar la dureza a los pocos minutos, momentos durante los cuales escuchaba palabras dulces de ambos lados. Declaraciones de amor, alabanzas a un cuerpo a otro, halagos mutuos…

Cuando por fin apagaron la luz, me quedé ahí, junto a la puerta y cuando mis ojos se adaptaron a la oscuridad vi a Caleb acostado con mi madre dormida sobre su pecho. Lo envidié tanto. Caminé hasta la cocina y, usando desinfectante y servilletas, limpié todo el esperma seco del suelo y la pared. Ellos siguieron dormidos. Caminé fuera de mi casa y me masturbé varias veces en el patio. Lloré mucho, lloré porque mi hermosa madre no había tenido sexo en años, porque yo pensaba que de vez en cuando quizá ella… y me dolía pensar que, después de mi padre, Caleb era el que lo había logrado y no yo. Eyaculé una y otra vez mientras pensaba esto. Y, cuando me di cuenta que eran las 2 de la mañana, me subí el pantalón, caminé hasta un parque cercano y pasé la noche viendo vídeos, pensando en lo que había pasado.

No quería hacerlo, pero mi mente me llevaba a ello.

Cuando llegó la mañana, dejé que pasaran las horas y llegué a casa hasta las 8. Mi madre me recibió con un beso en la mejilla, pensé en que aquel asqueroso pene recién había estado en su boca, pero no lo evité, no quería que sospechara. Olía a perfume y se veía contenta. La ropa de cama en la lavadora y como si nada hubiera pasado.

Me eché en mi cama y dormí.

Esa noche pasaron dos cosas: mis medias hermanas habían sido concebidas… y Caleb y mi madre habían formado un lazo que terminaría en matrimonio. Sin saberlo, esto me llevaría a cumplir mi sueño y poder estar con ella, aunque fuese solo en ano y sin el amor que había imaginado en mis fantasías adolescentes.

Habían pasado dos meses desde aquella noche en que tuve el placer de ver a mi madre entregando su cuerpo a mi mejor amigo. Había notado algunos cambios en mi madre: estaba de mejor humor siempre, se volvió muy servicial y materna conmigo nuevamente, salía cada que podía de casa y se encargó de comprarse más ropa para salir que en años anteriores. Ciertamente me alegraba que mi madre fuera más madre conmigo. En años pasados se había dedicado mucho a ella misma: salidas con amigas, el gimnasio, leer, tomar cursos. Todas cosas buenas para ella pero que al final no tenían ningún impacto más que ser una distracción y podía notar en ella que algo le faltaba en la vida para ser feliz. Ahora la veía feliz… lo que le hizo falta fue empezar a cogerse a mi mejor amigo.

Y entonces noté el cambio más extremo en ella: no le llegaba su periodo. Las toallas sanitarias, que normalmente compraba cada dos semanas, estaban acumuladas en el cajón del baño. Pensé en que Caleb la había embarazado en su encuentro sexual con ella y la sangre me hervía al pensar en ello.

Lo cierto es que realmente me daban ganas de llorar al pensar en ello. Desde que tengo memoria, he visto a mi madre como mujer y no como lo que debería ser para mí. Mi primer amor fue mi madre y, al igual que Caleb, mis primeras fantasías sexuales la involucraban. Imaginaba que entraba a mi cuarto a escondidas para cogerme sin que mi padre se diera cuenta, que chupaba mi pene antes de hacerme el amor, que mi madre me veía como un hombre. Afrontar que tu mejor amigo recibe esos tratos es algo muy parecido a verlo con cualquier otra mujer de la que estás enamorado. Imaginen a su mejor amigo follando con la mujer que ustedes aman, y que esa mujer le corresponde en absolutamente todo a él. Ese vacío en el estómago, esa pequeña pesadilla, yo la presencié y experimenté el placer sexual más tormentoso que alguien puede pasar.

Encima de quedarse con la mujer que quería, que sabía que nunca iba a poder tener pero que aun así deseaba con todo mi ser, él la había embarazado. Simplemente me hacía sentir poco hombre. Mi mente me decía que era un retraso, que si mamá no me había pedido pasar al super por más era porque algún cambio hormonal estaba pasando… pero no. Mi estómago, mi intuición, me decía lo que mi madre para aquel entonces ya sabía: estaba embarazada de gemelas.

Durante dos meses no fui a trabajar por temas de cuarentena. Me entristecía profundamente no recibir ni los bonos ni las horas extra que me permitían distraerme en mi hobbie… pero eso me permitió acceder a esta parte de mi vida que se había convertido en ver a mi madre teniendo sexo con Caleb.

Salía todos los días de mi casa a las 8 para presentarme a mi trabajo de velador falso que le había dicho a mi madre que había conseguido. Sin falta Caleb llegaba a las 9, se metía a mi casa por la puerta de atrás y empezaba a satisfacer a mi madre. Yo abría con mucho cuidado la puerta y la dejaba entreabierta por si necesitaba escapar. Me bajaba los pantalones y me castigaba a mí mismo viéndolos follar.

Lo que más me sorprendía era lo sucios que se habían vuelto. Las primeras veces se mantuvieron bastante convencionales: misionero, perritos, mamadas, besos y sexo intenso pero común. Y entonces, más o menos pasado un mes desde que habían empezado su relación, llegué al segundo piso, me asomé por la puerta entreabierta y vi a Caleb en cuatro con el culo bien alzado, la lengua de mi madre entrando en su ano mientras ella masturbaba su venoso y desmesurado pene. Esa noche mi madre controló en su mayoría el acto e hizo que Caleb le lamiera el culo, le acariciara la entrada a su ano con su verga e incluso le dejó meterle un pequeño consolador que no sabía que ella tenía. Unas noches más tarde vi a mi madre ponerle el coño en la cara a Caleb hasta que alcanzó el orgasmo y cuando se retiró, la cara de mi amigo estaba cubierta por el propio semen que él había eyaculado en el interior de mi madre sólo para ver a mi madre limpiarle la cara a besos y lamidas.

A veces el sexo era más calmado, a veces más intenso y sucio, pero durante dos meses sólo descansaron seis días. Esos seis días que yo había tardado en "conseguir trabajo". Era realmente impresionante…

Y entonces llegó esa noche. Mi madre estaba boca abajo en la cama con el culo bien levantado, el horrible pene de Caleb estirando su pequeño, diminuto y hermoso ano rojito hasta hacerla gritar y retorcerse de dolor. Caleb la tenía bien sometida y a pesar de lo espasmódica y adolorida que mi madre estaba, él estaba dispuesto a follar ese ano sin consideración alguna. Terminó de hundir su miembro en el culo de mi madre y entonces empezó a moverse.

-¡No, para, espérate!

Mi madre le rogo con ojos llorosos y pegando con los puños cerrados en el colchón.

-Soy tu esposo, ¿no? Tú me hiciste papá y ahora yo soy el hombre de esta casa… obedéceme, amor.

Y estableciendo la dominancia más desconsiderada que me podría imaginar, empezó a mover sus caderas a pesar de los gritos de piedad de mi madre. Ella le pedía que parara, le decía que la estaba lastimando, que por favor se detuviera. Caleb la estaba lastimando de verdad. Mi pene estaba perdiendo al rigidez en mi mano. Podía soportar verlo follándola, satisfaciéndola, amándola y siendo amado por ella. Pero esto era abuso y ahí marqué mi límite. Mientras guardaba mi pene escuché un último grito y vi a Caleb con el pene tan al fondo de mi madre que sólo sus huevos quedaban fuera. Subí mis pantalones y los abroché y entré al cuarto. Caleb estaba montando a mi madre, me daba parcialmente las espaldas y no alcanzó a terminar de sacar su pene cuando me abalancé encima de él. En el proceso le torcí un poco el pene a la que salía del ano de mi madre, un sonoro "plup" cuando su glande salió de las tripas de mi mamá.

Lo tiré de la cama y empecé a golpearlo con todas mis fuerzas. Él se limitó a cubrirse el pene con una mano y la cara con la otra, pero todos mis golpes se fueron a sus costillas y espalda.

-¡La estabas violando, la estabas lastimando, puto!

Grité mientras lo seguía golpeando y entonces sentí las manos de mi madre agarrándome del cuello desde atrás y jalándome con fuerzas. Caí de espaldas y cuando me recuperé ella cubría con su cuerpo desnudo a Caleb y me gritó llorando.

-¡Déjalo, era una fantasía, no lo lastimes! ¡Ya déjanos, salte del cuarto y déjanos!

Yo me sentía muy bien después de golpearlo y entonces agarré a mi madre de las caderas y la lancé encima de la cama. Ella gritó y dudé un segundo. Segundo que Caleb aprovechó para tirarme al suelo y someterme. No me golpeó, que es lo que esperaba, me torció un brazo por detrás de mi espalda y sin decir nada se quedó encima de mí. Mi madre se quedó llorando en la cama y entonces me di cuenta de que la había tratado muy mal.

Caleb me levantó sin soltarme el brazo y me empujó fuera del cuarto, cerrando la puerta con seguro enseguida.

Y entonces "silencio". Los escuché susurrando un par de minutos. Y entonces mi madre abrió la puerta. Estaba usando su short y blusa de casa y Caleb estaba completamente vestido.

-Tenemos que hablar José.

Me dijo mi madre y me pidió que bajara a la sala.

Bajamos los tres, mi madre se sentó al lado de Caleb y ella marcó toda la conversación.

-Mira, José Manuel, quiero que quede totalmente claro que lo que viste allá arriba fue totalmente consentido. Yo le avisé a Caleb lo que iba a decir y cómo él tenía que reaccionar. No me obligó a nada… nadie fue violado ni abusado ni nada que se le parezca. Yo entiendo que estés molesto porque hayamos decidido empezar esto sin avisarte o darte señales o algo, pero somos adultos los dos y no tenemos por qué reportarte nuestra vida sexual ni a ti ni a nadie. Hemos mantenido todo lo que hemos hecho en mi cuarto, mi espacio, porque no quería invadir nada de nuestro espacio compartido con mis actividades sexuales.

Intenté interrumpirla varias veces en el proceso y todas las veces ella levantaba la voz para acallarme. Caleb no se dignaba a dirigirme la mirada. Me dio una profunda satisfacción verlo tan asustado. Pasó de estar declarando que él era el hombre de la casa a estar hecho bola al lado de mi madre.

-Así que espero que de verdad esto no se repita y sepas respetar nuestra intimidad en un futuro. Ahora sí, dime lo que tengas que decirme.

Le puso una mano en la pierna a Caleb. "Nuestra intimidad".

-¿Piensas seguir con él?

Pregunté enojado.

-Pienso hacerlo así es.

-Mamá, no puedes seguir con él, no mames era mi puto mejor amigo.

-Hijo, Caleb y yo llevamos tiempo desarrollando el lazo que ahora tenemos y… la verdad es que me trata con respeto, es el único hombre con el que me he sentido cómoda desde que tu papá y yo nos divorciamos. Y la verdad es que preferí relacionarme con alguien que ya era cercano a mí antes de buscar conocer a otro hombre a mis 38 años.

-Mamá, que literalmente crecimos juntos, ¿no ves lo jodido que está toda esta puta situación?

-José Manuel, por favor, entiende. De verdad que nunca planeamos que esto pasara… sólo se dieron las cosas y aquí estamos ahora. Caleb y yo decidimos ser una pareja. Lo único que nos preocupaba eras tú y cómo lo tomarías y ahora que lo sabes puedes elegir entre ser una piedrita en el zapato o darnos tu apoyo en esto. Y de verdad, hijo, evité buscar a otro hombre durante años para que no tuvieras que lidiar con tener a un extraño en casa en lugar de tu papá. Necesito que ahora me apoyes en esto.

La verdad es que mi madre me estaba dando argumentos buenos, pero no iba a dejar que eso me calmara. Simplemente estaba muy enojado en el momento.

-¿Por qué tenías que putear en específico con mi mejor amigo, má?

Caleb se enderezó y estaba a punto de responderme, claramente enojado, pero mi madre le puso la mano en el pecho y lo hizo callar. Aunque en el sexo Caleb pareciera tan en control de todo, me quedaba claro que mi madre seguía decidiendo por la relación en general.

-Tú llámame puta si quieres, hijo. Para ti es putear, pero para mí fueron años de estar sola y no tener a nadie que me apoyara más que a Caleb. Ni tú ni tus tíos ni tus abuelos estaban ahí cuando yo me sentía abandonada y desechada.

-¿Nada más por eso abriste las piernas?

-Sí, por eso abrí las piernas, José Manuel.

Mi madre comenzó a llorar sin cambiar la expresión. Se mantuvo seria, el mentón en alto y nada más se limpiaba las lágrimas sin quitarme la vista de encima.

-Me quiero ir de la casa, mamá. No quiero soportar esto.

-No te vas a ir a ningún lado, José. Tu padre no te va a querer recibir, a él que se buscó a una muchachita menor que tú le interesa su nueva esposa y los hijos de esa pendejita. Ve a armarle este pancho a tu padre a ver si él se digna a sentarse a hablar contigo. Si te abandonó de pequeño ¿qué te hace creer que te va a querer cuidar ahora de grande?

Y se hizo un silencio largo y doloroso entre los tres. Todo lo que mi madre decía tenía sentido. Yo no la apoyé cuando ella me necesitaba, no me preocupaba por ella en la manera en la que Caleb lo hizo. No podía esperar de mi padre ayuda ahora después de años de desentenderse… me sentí acorralado y sinceramente agotado.

-¿Ahora qué?

Pregunté con hostilidad queriendo ocultar que me dolía saber que no tenía nada que pudiera decir para no quedar como un pendejazo.

-Ahora vas a aceptar que Caleb y yo somos algo que va a pasar. Y tú no eres menos por eso y él no te ganó porque se haya acostado con tu mamá ni cualquier otra idea pendeja que los idiotas de tu edad puedan pensar o decir. Simplemente alguien a quien conoces y que te aprecia ha decidido ser ahora el novio de tu madre. No hay nada de malo en eso.

Caleb reaccionó cuando mi madre dijo "novio", claramente eso le gusto. Por primera vez en la conversación, mi madre dejó que Caleb le tomara la mano.

-Mamá… es mi mejor amigo.

-Y tampoco es fácil para él tener que estar en esta situación. Y tampoco para mí tener que explicarle a mi amiga que voy a ser la pareja de su hijo, pero bueno. Así son las cosas.

Me rendí. Accedí a aceptar su relación y subí a mi cuarto. Dejé mi puerta abierta para poder escuchar lo que sea que fueran a decir cuando me subiera.

Me dolió mucho escucharla despedirse.

-Mañana hablamos con él del bebé, ¿ok? Buenas noches, amor.

Así se despidió mi madre de mi amigo.

Habían pasado unos quince minutos desde que Caleb se había ido cuando tocó a mi puerta. Estaba abierto así que solo entró y se sentó en mi silla de escritorio.

-Te amo, hijo. Gracias por comprender todo esto. Sé que es una locura ahorita pero me va a hacer muy feliz a futuro.

No respondí nada. Me mandó un beso volador y me dio las buenas noches. Cuando estaba por salir le hablé.

-Mamá… ¿podrías ayudarme con esto?

Le mostré mi pene erecto. Ella se cubrió la cara con la mano enseguida y me dio la espalda.

-No… creo que estás un poco confundido por todo esto. Mañana podemos hablar…

-¡No! Mamá, sé que llevas haciendo esto por dos meses. Llevo viéndolos juntos todo este tiempo… odio a Caleb porque él hace todo lo que yo… lo que yo siempre he querido hacer contigo, mamá. Sólo esta vez y nunca volveré a pedir algo así, sólo esta vez y te juro que no me opondré a lo tuyo con Caleb…

Dije eso y ella volteó a ver mi pene, se llevó la mano a la boca y suspiró muy fuerte antes de acercarse a la cama y tomar mi pene con una mano y empezar a masturbarme. Su agarre era fuerte y firme, pero delicado con mi glande. No volteó a verme y no me dirigió la palabra, simplemente usó su mano durante algunos minutos.

-Mamá…

Dije y le agarré el culo y metí mi mano y su short en la raja.

Ella se alejó y soltó mi pene, pero yo me puse de pie y la abracé por detrás.

-Solo esta vez, mamá.

Le rogué, mi pene erecto entre sus nalgas, mi cara metida en su cabello, mis brazos rodeándola.

-Solo esta vez y luego nunca haremos nada así.

-Lo juro, madre.

Caminó hasta su cuarto y yo la seguí. Sobre la mesa de noche seguía el bote de lubricante. Se bajó el short y se puso en 4 antes de untar su ano con ese viscoso y frío líquido. Yo saqué un poco y lo unté sobre mi pene.

-Usa mi ano, no te acerques a mi vagina.

La vista era perfecta. Mi madre en cuatro, su ano expuesto ante mí, su figura perfecta cubierta por esa blusa holgada… Pero no importaba. Iba a demostrarle que yo también era un hombre. Que Caleb no era el único capaz de hacerla sentir mujer. Iba a hacer lo que llevaba toda la vida deseando y sin tener que esforzarme como mi padre en su momento o Caleb ahora, el pensamiento me hizo sentir mucho más hombre que ambos.

Acerqué mi pene y su ano me recibió sin problema alguno. Claramente Caleb había hecho uso de este hoyo muchas veces por lo sencillo que fue para mi madre recibirme dentro. Pensé con coraje que estaba acostumbrado el tamaño de mi amigo… empecé a moverme más rápido y con más fuerza. Mis 15 centímetros de verga bastaron para hacer a mi madre gemir un par de veces. No podía verle la cara, pero el ocasional gemido me hizo saber que parte de ella lo estaba gozando. Duré 10 minutos metiendo mi verga en su ano cuando por fin eyaculé. Lo hice dentro y ella se estremeció… pero no me pidió que parara y seguí mientras mi pene mantuvo la erección. A pesar de venirme, seguía duro y hubiera seguido follando con ella de no ser por el orgasmo que le provoqué a mi madre. Pude sentir su cuerpo temblar y lo siguiente fue cómo su ano se aferraba a mi y finalmente me libraba de su agarre cuando mi madre se echó en la cama a la que un squirt salió disparado de su vagina.

-¡Vete ya!

Me gritó y se encerró en el cuarto.

Yo me sentía muy bien… y también muy mal cuando la excitación de todo se me pasó. No había marcha atrás, mi madre nunca volvería a verme como su hijo y yo había arruinado cualquier ápice de buena voluntad que ella tuviera para mí. Supe entonces que tenía que ser el mejor hijo del mundo y aceptar lo que ella y Caleb quisieran hacer. Me reconocí a mi mismo como una vergüenza: para mi madre, porque la había llevado a tener sexo conmigo; para mi padre, porque literalmente toda la vida deseé a su esposa; para mi amigo porque sabiendo bien las intenciones que tenía con mi madre para futuro dejé que mi pene dictara mis acciones. Esta experiencia en particular me marcó y me convenció de que soy una mala persona. Eso es algo muy feo de decir… pero lo cierto es que volvería a hacerlo todo igual sabiendo cómo terminó todo para mí.

Al día siguiente me anunciaron juntos el embarazo de mi madre. Dos semanas después Caleb se estaba mudando al cuarto de mi madre tras la plática que tuvieron con su familia que terminó con él y mi madre siendo corridos de su casa. Mis abuelos paternos por su lado inevitablemente harían las paces con él y con mi madre cuando mis medias hermanas nacieron. Y fue entonces que mi madre le confesó a Caleb lo que había hecho conmigo esa noche en que yo los confronté.

Ese fue el último paso para que mi mejor amigo, ahora mi padrastro, decidiera compartir a mi madre conmigo y eso lo contaré en mi siguiente relato.

Autor:  Josemanu1999

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Comentarios

  1. ¡¡¡Excelente relato!!! Felictaciones Josemanu1999 uno de los mejores que he leido en Salieris.

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  2. muy buen relato, muy morboso felicitaciones, espero q haya continuación

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  3. Me encanto el relato!! Morbo, fantasía cumplida!! Después de años!!! De ver a su madre !! Está en el podio de los q eh leído!! Felicitaciones Josemanu1999, seguro la q segunda parte va a estar yeno de morbo!!! Gracias 😊 por escribir 👏👏

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  4. Gran relato, me gustaría que las escenas de sexo duren más, de los pocos relatos donde el hijo se involucra y sale con premio, me gusta que en el final dan pistas sobre el futuro de los tres, saludos.

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  5. Excelente relato! Maneja muy bien una situación perfectamente real dando énfasis en el morbo. De lo mejor que he leído, espero la segunda parte.

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  6. Exelente y muy morboso relato bien explicado la situacion del hijo voyeur hasta que tambien es participe. aplaudo de pie al.autor

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  7. excelente relato, no esperes mucho para la continuación

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  8. Gracias Josemani1999 por colaborar con el blog con este excelente relato, que espero sea el primero de muchos.
    Fuerte abrazo.

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  9. En RELATOS PRIVADOS ya está publicada la historia:
    🔥Papá, Mamá y el Mecánico 4 🔥
    Que la disfruten y sea de su agrado.

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  10. tremenda cantidad de morbo, y fue la entrada de la noche, que ahora veo que publicaste el cuarto capitulo de la saga iconica por la cual comence a leer tus relatos, un crack!! para alla vamos, y ojo, este relato no tiene desperdicio alguno.

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  11. Uno de los mejores relatos de salieri, felicito al autor, ojala pronto salga la 2da parte

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  12. Muy buen relato, en especial la descripción del primer encuentre entre Caleb y la mamá.. espero pronto la segunda parte, para ver cómo Caleb comparte a la mamá

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  13. Espero la continuación ansioso es un relatón!!!

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  14. Excelente morbo a filo segunda parte te esperamos

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  15. Estupendo, ojala pronto subas la continuacion, la espero

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  16. Excelente relato muy entretenido esperamos la continuación felicidades al autor

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